Fundadora de las FMM
MARIA DE LA PASION «FUNDADORA DE LAS FRANCISCANAS MISIONERAS DE MARIA»
Elena de Chappotin de Neuville, nació el 21 de mayo de 1839 – en Nantes, Francia, de una noble y cristiana familia. Siendo niña y adolescente buscaba con pasión «algo digno de ser amado». Desde su más tierna infancia hasta el final de su vida, María de la Pasión se dejó conducir por el Espíritu, cada vez más consciente y maravillada de su presencia en ella y en torno a ella. A los 17 años un retiro espiritual cambió su vida, después de la primera experiencia de Dios durante la bendición eucarística: «Te amaré siempre más de lo que tú me puedas amar». El 23 de enero de 1861, hizo otra experiencia de Dios que la invitaba a ofrecerse por la Iglesia y el Papa, según expresión de la época. Dios la llamaba a una vida de consagración total. En la vida religiosa recibió el nombre: María de la Pasión. Vivió apasionadamente su adhesión al Evangelio y apasionado también fue su amor a Jesús. El rostro de Dios iluminó siempre el camino de María de la Pasión Dios hizo su obra en ella. El 6 de enero de 1877 obtuvo del Papa Pío IX la autorización de fundar una nueva Congregación religiosa, específicamente destinada a la misión Universal, bajo el nombre de Misioneras de María. Por circunstancias providenciales encontró de nuevo la orientación franciscana que Dios le había indicado veinte años antes. El 4 de octubre de 1882, en Roma, fue recibida en la Tercera Orden de San Francisco de Asís y el 15 de agosto de 1885, su joven familia religiosa era oficialmente la Congregación de las Franciscanas Misioneras de María. Con una espiritualidad madura, inspiraba y apoyaba la extensión de la misión del Instituto en la Iglesia. Durante los 27 años María de la Pasión fundó 88 comunidades en 24 países y 4 continentes, en los lugares más peligrosos y remotos, allí donde el Evangelio es a la vez «buena noticia» y «promoción humana.»María de Pasión, mujer audaz y valiente continuó fundando nuevas comunidades e incluso el mismo año de su muerte (1904) en América y Europa. Su celo misionero no conocía límites para responder a las llamadas de los pobres y de los abandonados. También la promoción de la mujer y la situación social le interesaba particularmente; con inteligencia y discreción ofrecía su colaboración. Su intensa actividad y su dinamismo brotaban de la contemplación de Dios, Verdad-Amor. Unida al misterio pascual de Cristo, vivía su vocación de ofrenda en una dimensión eclesial y misionera. Jesús Eucaristía era para ella «el gran misionero» y María, en su disponibilidad total, trazaba el camino de donación sin reserva a la obra de Dios. Esta mística – que contemplaba al «Altísimo» – abría a su Congregación los horizontes de la misión universal, realizada en el espíritu evangélico de sencillez de Francisco de Asís. Tres semanas antes de su muerte, María de la Pasión invitaba a sus hermanas a vivir este pensamiento: «Estoy consagrada a Dios: mi fin es el Amor». Serenamente, el 15 de noviembre 1904, en San Remo, Italia, después de una corta enfermedad, María de la Pasión fue al encuentro del Dios Amor que había buscado, contemplado y amado toda su vida. «Usted irá al Paraíso…»(El Papa León XIII, el 1902, al imponer sus manos sobre María de la Pasión). Después de un largo proceso, la curación de una religiosa que padecía «Tuberculosis pulmonar y vertebral, enfermedad de Pott», es reconocida el 5 de marzo 2002 como un milagro concedido por Dios por intercesión de María de la Pasión, y el 20 de octubre de 2002 – Jornada Mundial de las Misiones – finalmente es beatificada por el Papa Juan Pablo II, en la Plaza de San Pedro, en Roma.